El jefe, el deporte, escribir, las tareas domésticas, leer, las inversiones, la pareja… ¿y los hijos?
A veces me invade un sentimiento de culpabilidad.
Cada vez que «escojo» hacer algo durante el fin de semana cuando podría estar con mis hijos no me acabo de sentir bien.
Es verdad, que también creo que es bueno «que corra el aire» y que ellos también tengan espacio para «distraerse solos».
En todo caso, lo que sí tengo claro es que las palabras definen muchas veces las relaciones. Y es difícil hablar con los hijos. Especialmente cuando están en fase pre-adolescente.
Una de las mejores «inversiones» que hice fue dedicar tiempo a «mejorar» la forma en que «escuchaba» y «hablaba» con mis hijos. Cuando la conversación fluye todo mejora y los problemas se ven desde otra perspectiva y no se enquistan.
Os recomiendo una joya que me ayudó mucho y cambió la forma en que escuchaba a mis hijos.
El título define a este libro perfectamente: «Cómo Hablar Para Que Sus Hijos Le Escuchen Y Cómo Escuchar Para Que Sus Hijos Le Hablen»
Sin duda, os lo recomiendo a todos los padres.
Foto: Momentos en familia