Alegría es una sucesión de acontecimientos que le ocurren al autor Manuel Vilas después del éxito que tuvo con su anterior libro Ordesa donde el autor explicaba cómo fue su relación con sus padres ya fallecidos.
El libro es básicamente una continuación de Ordesa y trata de los grandes temas del autor:
- Del amor que tuvo a sus padres
- De los problemas constantes que su cabeza crea y que le hacen sumirse constantemente en un estado semidepresivo y con sus problemas eternos de sueño
- Del amor que transmite por sus hijos
? ¿Cómo lo descubrí?
Fue finalista del premio Planeta el año que finalmente Cercas ganó el Premio (2019).
Había leído Ordesa con anterioridad.
? Pensamientos acerca del libro
Es brutalmente honesto el libro. Creo que el autor no esconde casi nada de sus pensamientos.
Hay que ser muy valiente para exponerse con esa honestedad. O quizás hay que haber vivido mucho.
El libro me transmite más tristeza que alegría de forma irónica.
Lo que me gusta
Tiene un lenguaje bello. A pesar de que el autor es poeta no es un lenguaje que complica la lectura.
Su forma de narrar su día a día lo hacen entretenido.
Lo que NO me gusta
Quizás demasiado largo. Hay más de 100 capítulos. Eliminando un 20% de ellos el libro creo que habría sido más redondo.
? ¿A quién le gustará?
Los fans de las novelas autobiográficas.
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¿Dónde comprarlo?
✏️ Las mejores frases que subrayé en mi Kindle
Ya te dije que no hay ninguna novela como Los miserables
Me paso la vida consultando por internet el saldo de mis cuentas, por temor a que llegue un día en que no pueda pagar esos billetes de AVE.
Es imposible la libertad en este mundo, porque los demás están siempre opinando sobre tu vida.
«El dinero no da la felicidad» es una frase reaccionaria, dicha por quien tiene dinero y pronunciada para evitar que otros lo tengan. El dinero te acerca al lujo y el lujo es alegría. Y sin alegría la vida no vale nada. El lujo es belleza.
En esos tiempos todo el mundo fumaba muchísimo, y fumar era como mirar el teléfono móvil ahora, un recurso inmediato, que nos sosegaba. Entonces no sabíamos que fumar mataba.
Imagino que mirar el teléfono móvil cada treinta segundos de manera compulsiva mata también, pero no lo sabemos hoy, lo sabremos allá por 2040. Ayer fumábamos. Hoy miramos un teléfono. Somos lo mismo.
Los detalles son siempre importantes, porque la vida son solo los detalles de la vida. La vida en sí misma, como absoluto, no se presenta si no es a través de pequeños detalles.
Esclavos del dinero lo somos todos. No lo vemos. La esclavitud más grande no sabemos verla.
La gente como nosotros tiende a idealizar la vida, pero qué otra cosa puedes hacer con la vida sino idealizarla, pues es la única manera en que la vida nos permite hablar de ella con un poco de amor y de respeto y de cariño
«Ya no será, ya no, no viviremos juntos, no criaré a tu hijo, no coseré tu ropa, no te tendré de noche, no te besaré al irme, nunca sabrás quién fui, por qué me amaron otros. No llegaré a saber por qué, ni cómo nunca, ni si era de verdad lo que dijiste que era, ni quién fuiste, ni qué fui para ti, ni cómo hubiera sido vivir juntos, querernos, esperarnos, estar. Ya no estás en un día futuro, no sabré dónde vives, con quién, ni si te acuerdas. No me abrazarás nunca como esa noche, nunca. No volveré a tocarte. No te veré morir». Es el poema de Idea Vilariño, me
No ver morir a alguien que ha sido importante en tu vida es un misterio, pero ocurre constantemente.
Las amistades son temporales, los amores también lo son. Queda pensar si somos recordados por aquellas personas a quienes nosotros sí recordamos con una intensidad vacía.
¿Nos recuerdan tanto como nosotros los recordamos? Lo importante es que recordemos nosotros, porque en el recuerdo nos elevamos. Cómo hubiera sido vivir juntos, y esa pregunta nos abre un futuro que ya no será. Pero lo vemos un instante. Lo vemos, sí. Ese instante en que nos es dado ver ese futuro nos hace amar la vida, la sombra de la vida. Lo que cada uno lleva en el corazón es un secreto incluso para ese corazón.
Si se mira la década de los ochenta con los ojos de hoy, enseguida se advierte que los seres humanos no eligen casi nada, porque el tiempo histórico en el que viven lo determina todo.
El éxito es eso: que te espere alguien en algún sitio.
El espíritu de supervivencia que es capaz de crear un ser humano contiene una energía superior a la de la combustión del sol y de todas las estrellas del universo.
La familia eran unos hijos que esperan a un padre y a una madre, hay gente que desdeña eso y elige otra cosa, pero esa otra cosa al final, cuando la vejez y la decrepitud aparecen, no sirve. Nada sirve sino los hijos.
No hay que tener tanto miedo. Siempre el miedo. Eternamente el miedo. El miedo que procede de cómo reaccionarán los demás ante tus acciones.
Los hijos no lo saben, pero vienen a este mundo a sellar el amor entre hombres y mujeres. Los hijos se convierten en anillos de fuego que unen para siempre a un hombre y una mujer. Son formas de carne de la voluntad de un amor. Un hombre y una mujer que deciden tener un hijo buscan el arraigo de su propio amor, aunque ellos no lo sepan. No será tan fácil que rompamos nuestro matrimonio, se dicen en el inconsciente los cónyuges con hijos.
Contados están los días en que el hombre vulgar pueda gozar del silencio de manera gratuita. También el sol acabará costando dinero. No todo el mundo podrá tomar el sol en el futuro. Habrá un sol contaminado, que será de uso común. El sol de verdad será un artículo de lujo, como el agua de los ríos.
Eso es el matrimonio: el conocimiento minucioso de otro cuerpo.
Sin embargo, la ansiedad siempre está a mi lado, la campana negra de la ansiedad,
Al final de Tal como éramos, Robert Redford y Barbra Streisand se encuentran en los años sesenta por azar en Nueva York. Cada uno ha rehecho su vida. Se siguen queriendo pero ya no son quienes fueron. Pasa lo mismo que con el poema de Idea Vilariño. Saben que ninguno de los dos verá morir al otro, porque aun cuando se amaron y se aman, la vida les impone destinos diferentes.
Y acabas comprendiendo algo terrible: ninguna pasión amorosa que sea realmente una pasión dura para siempre, porque la intensidad es el combustible de la pasión.
Porque la vida, en su significado más profundo, solo se cumple en su recuerdo. Eso lo supo Marcel Proust,
Tal vez porque fuera del matrimonio no hay nada, nada existe, y quizá esto nunca lo aprendemos si no es después de la muerte.
Quiero recordar una Nochevieja que me rompió el corazón, pero me lo rompió tanto que me regaló misericordia.
Me dijo que si había paz a la hora de dormir con la persona amada, eso significaba que existía una forma de amor importante.
La gente trabaja y paga, y pasado el tiempo, entrada ya la cincuentena, la gente ya no sabe ni por qué trabaja ni por qué paga. Ya solo quieres alguna forma de paz, alguna manera de estar tranquilo, alguna forma de silencio. Compruebo todos los días mi saldo bancario, me dice ese saldo que sigo existiendo.
Los escritores fracasados se esconden donde pueden, en su familia, en sus amigos, en algún cargo público relevante; y los escritores de éxito no existen, porque el éxito en la literatura es una mentira.
Me importa bien poco la literatura, yo quiero el amor de la gente, por eso me hice escritor. Porque descubrí algo, descubrí que las palabras enamoran y sirven para no estar solos. Y descubrí que todos los españoles y las españolas con quienes he hablado este último año amaban a sus padres y a sus madres. Eso fue maravilloso.
La naturaleza de mi amor hacia vosotros procede de mi padre, de lo que me amó a mí mi padre. Me iré de este mundo sin saber qué vio mi padre en mí. Yo vi en vosotros su legado. Tal vez eso vio mi padre en mí: el legado de su padre, del que nunca habló.
El día que me marche, lo haré rodeado de alegría porque dejo en el mundo dos seres maravillosos, porque os he amado.
«Hemos querido darte una sorpresa, papá, sabíamos que estabas en Madrid», dice Brando. Y miro la pantalla del portero automático y allí están los dos, en blanco y negro, como en las antiguas películas de Hollywood, los rostros alegres, jóvenes y risueños de Montgomery Clift y de Marlon Brando. Han venido a verme. Ha venido a verme la alegría.