Estamos siempre tan ocupados…
Parece chachipiruli. Es guay estar ocupado.
Somos tan importantes cuando estamos ocupados.
Queda tan bien.
Y parece que somos insignificantes cuando no tenemos nada que hacer.
De hecho no sabemos «no hacer nada» la mayoría de nosotros.
Hacer, hacer, hacer…
Estoy a tope. No paro. Mil proyectos. Los niños. El trabajo. La obsesión por saber más. Por crecer. Por producir. Nuevas inversiones más rentables. Maximizar los activos. Muchos amigos. Recuperar la vida social después de la pandemia. Deporte, escribir, llamar, aportar…
Y es un no acabar.
¿Cuál es el límite?
¿El infinito y más allá? ¿??
¿Qué hay en el infinito?
? Quizás las bolas de dragón.
Pero quizás yo no soy Son Goku y cuando las alcance me preguntaré que hago con ellas.
La paradoja de todo esto es que quizás los que menos ocupados están, son los que al final acaban “haciendo más”.
Deseo que hagas “muy poco” durante estos próximos días.
Y si te aburres, te envío un artículo antiguo acerca de la adicción a la hiper-ocupación (“busyness» como le llaman los gringos).
El artículo es muy pero que muy bueno.
Y quizás si lo lees el resultado es que te hará «hacer menos”…
… para al final poder «hacer más» (o no).
¡Feliz aburrimiento querida comunidad!
Aquí el artículo ⬇️
The Busy Trap